Y entonces ocurre.
Echas la vista atrás, te encuentras con miles de recuerdos. Era inevitable, tarde o temprano acabarías recorriendo de nuevo todo aquello. Uno a uno, vas pasando de nuevo por todos aquellos momentos, como si de un libro ya leído que hace tiempo que no tocas y que ahora abres de nuevo se tratara. Lees, observas, piensas, recuerdas... Vuelves atrás. Te das cuenta de cosas en las que no te habías fijado antes; descubres hasta qué punto han cambiado algunas otras. Llegas a la mitad de ese libro, la parte en la que se encuentra toda la trama que lleva al desenlace. Ya no te sorprende, lo tienes memorizado. Y sigues. Letra a letra, palabra, linea a linea... Hasta llegar a la última página escrita de ese libro al que le quedan mil más por escribirse.
Y sonríes, ¿qué otra cosa puedes hacer? Ahí está toda tu historia, desde el principio: lo bueno, lo malo, lo regular; lo raro, lo ameno, lo singular; lo loco, lo alegre, lo normal; todo lo que algun día quisiste olvidar, pero también todo aquello que nunca querrías borrar. Todo. Sin excepciones. Sin borrar. Sin cambiar una sola letra.
Todo lo que prometiste recordar con una sonrisa pintada en la cara.
Nunca te arrepientas de algo que un día te hizo sonreir.