Y no sé qué me haces, pero ese "no sé qué" es lo que más me gusta de ti. Eres capaz de transmitir en un abrazo el calor de todo un verano (los dos sabemos que diciembre ya no volverá a ser tan frío, ni tan gris). Y créeme, me pasaría la vida entera abrazada a ti, leyéndote día tras día durante todo el invierno (durante todos los inviernos, más bien). Hasta que volviera a brillar el sol, para abrazarte de nuevo entonces (dejando aún más claro que el frío no es más que una excusa innecesaria para estar pegada a ti).
Es como una rosa enmarcada que, pase el tiempo que pase y aunque se marchite, seguirá siendo la más bella (por lo que significa ella y la persona que la regala).