Si no nos temblara la voz al confesar por primera vez lo que sentimos, no le daríamos a esa confesión la importancia que tiene. Si no pareciera que vamos a caernos al suelo al dar ese beso, no lo distinguiríamos de cualquier otro. Si supiéramos que a cada carta le seguirá otra más, no releeríamos la primera unas mil cuatrocientas veces hasta memorizarla por si es la última. Si supiéramos desde el primer momento que esa promesa se cumplirá, confiar no significaría tanto como lo hace cuando desconocemos si será así, pero comprobamos que la duda pierde la batalla ante las palabras de esa persona.
Si no sintiéramos que el corazón se nos sale del pecho cuando escuchamos ese "tequiero" (o ese primer "teamo") diferente, especial, ese que lo cambia todo y le da un giro a la vida.... Entonces, lo bueno no nos parecería tan bueno ni lo especial tan especial, no podríamos distinguir entre un sentimiento u otro. Por eso, si me dieran a elegir entre el camino fácil y el difícil, sin duda me quedo el difícil, porque sé que el sitio al que me llevé (y el camino recorrido) valdrá la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Un comentario = Una sonrisa :)