Tener de nuevo esa sensación. Ser nuevamente prisionera de las dudas.
"¿Habré hecho bien? ¿Habré hecho mal?" Y ese no saber lo que pasará, y ese no saber lo que quieres. Esperar una respuesta que no llega a una pregunta en la que no quieres ni pensar.
Odio tomar decisiones. Lo único que consigo es darle vueltas a si he tomado la correcta o no. Pero así es mejor. Sí... Con el tiempo lo entenderás. Y yo también. Sé que siempre me ha gustado eso de "solo viviendo lo sabremos", pero para vivir hay que perder el miedo. Y yo tengo miedo.
Y dudas y dudas y más dudas. Y al final llego a este punto: "me da igual". Sí, lo sé, estoy mintiendo; no me da igual, pero al parecer inconscientemente he hecho de ese " me da igual" mi protección. Me escondo tras esa frase para aparentar esa fuerza que no tengo y que tanto necesito.
No puedo ni sé explicar lo que está pasando por mi cabeza ultimamente. Los pensamientos rebotan en ella para después chocar contra otros más grandes o quizá mas importantes y romperse en mil pedazos. Y esos pedazos pasan después a formar parte de mis recuerdos, a los que como podeis comprobar les tengo más que cariño. Todo cambia en mi mente. Todo menos esa duda: ¿qué pasará después?
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